
Según las Hermanas, la madre venía de más allá de las montañas, posiblemente hubiera dado a luz de camino, traía consigo un hatillo con cuatro huevos cocidos, que debió ser su único alimento a lo largo de todo el trayecto (varios días andando sin parar hasta llegar a Dubbo).
Su idea era dejar a la nena en “La Casa de la Vida”, pues ella no la podía atender, era demasiado joven e inexperta, posiblemente esta nena era fruto de una violación.
Cuando recogimos a la pequeña, la llamamos “Celia, La Pequeña Celia”. La bañamos y vestimos, pues estaba desnudita; le dimos de comer, pues estaba hambrienta, y esa noche durmió y descansó en una cunita caliente y limpia.

Hace unos días, preguntamos a las Hermanas como estaba la Pequeña Celia, pues ya tendría seis meses, y seguramente estaría ya en Addis Abeba con todos sus papeles arreglados para la adopción internacional, pero la respuesta no fue esa. Fue una respuesta triste,…, muy triste, la Pequeña Celia había fallecido a causa de una tuberculosis avanzada, no pudieron hacer nada por ella.
Es posible soñar y trabajar por un mundo más justo y mejor. Siempre quedaran grabadas en nuestras retinas las imágenes de nuestra Pequeña Celia, en la casa de la vida y en brazos de su joven madre el día que la dejó. Celia, aunque eras muy chiquitita, has dejado un gran recuerdo en nuestro corazón, y siempre estarás entre nosotros. Un beso.
